Las funciones de un Vigilante de Seguridad están bastante pautadas: Vigilar y proteger bienes y personas, Controlar accesos, Evitar la comisión de actos delictivos o infracciones en relación a su ámbito de actuación, Poner a los delincuentes a disposición de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, Proteger almacenamientos y Personas, Prestar servicios de respuesta ante alarmas y etc.
Adicionalmente, y con la alerta generada por el COVID-19 a partir de marzo de 2020 (aunque se conoce que existía antes) también se ha revelado importante añadir a estas funciones la tarea de controlar la temperatura de las personas que pretendan acceder a las instalaciones vigiladas, ya que dicho índice corporal puede ser un indicador para detectar la presencia de la enfermedad.
A tal fin, cuando el cliente lo solicita, se provee a los Vigilantes de Seguridad de termómetros láser infrarrojos (llamados coloquialmente «de tipo pistola») capaces de medir la temperatura a distancia, sin necesidad de contacto físico, de modo que protejan a la persona que lo use y también que mantengan la higiene y asepsia entre mediciones a diferentes personas.
Normalmente el procedimiento consiste en medir el calor corporal de una persona justo antes de entrar a las instalaciones custodiadas. En caso de detectarse una temperatura normal, podría acceder directamente si no existe ningún otro motivo para limitar su acceso; pero en caso de tener unos valores elevados, se conmina a la persona a esperar unos minutos en la zona de acceso, tras los que se realiza una segunda medición.
Si en esta segunda medición la temperatura también es anormalmente alta, la persona no podrá acceder a las instalaciones, según las indicaciones del responsable de las mismas cuando este pueda limitar el permiso de admisión.
Esperar varios minutos entre medición y medición es importante ya que en ocasiones los primeros resultados pueden no ser fiables, y estar influenciados por el estrés de la persona, por si ha realizado algún esfuerzo físico recientemente (por ejemplo en el caso de repartidores) o incluso por la temperatura ambiental en unas zonas tan tradicionalmente calurosas como las de Almería, Murcia, Ceuta y Melilla.
Uno de los factores fundamentales para el éxito de esta tarea es formar adecuadamente a los Vigilantes de Seguridad en habilidades sociales, de modo realicen la medición con la máxima corrección posible, ya que en ocasiones las personas a las que se toma la temperatura pueden ser clientes de la empresa que nos ha contratado el servicio (un supermercado, unos almacenes…), de modo que ha de compaginarse un trato exquisito con las lógicas medidas de seguridad que estos tiempos requieren.
En nuestro caso el éxito en la atención al cliente recae en nuestro departamento de formación, que se ocupa de capacitar continuamente a nuestros Vigilantes tanto en actualizaciones de sus conocimientos de seguridad como en otras habilidades sociales y de comunicación así como incluso en Psicología, de modo que se distingan especialmente por el trato cortés que ofrecen aún sin descuidar la seguridad.